Que dijo el presidente en el acto por Malvinas

Que hay detrás de las palabras convocando a las fuerzas armadas a participar del pacto de Mayo: la disputa interna entre Milei, Villarroel y Bullrich por la capitalización política del significante histórico de Malvinas.

El presidente Javier Milei encabezó el cierre del acto central en homenaje a los caídos y veteranos de la Guerra de Malvinas y lo hizo con una expresión propagandística de su partido: «Viva la libertad, carajo«. Además, aprovechó la ocasión para destacar la figura de Julio Argentino Roca. Remarcó el rol que tuvo en la «modernización» de la Argentina.

Tras resaltar la figura del expresidente y emblema de la Generación del 80, Milei aseguró que «no existe soberanía sin prosperidad económica y, como muestra toda la evidencia empírica, no existe prosperidad económica sin libertad económica».

El presidente habló también del venidero «pacto de Mayo» con los gobernadores. «El primer paso lo daremos el 25 de mayo en la provincia de Córdoba donde firmaremos el Pacto de Mayo, estableciendo las diez políticas de Estado del nuevo orden económico argentino y para el que quiero extender una invitación especial», indicó el presidente.

Asimismo, añadió: «Invito no solo a los miembros del Estado Mayor conjunto y las Fuerzas Armadas sino también a las organizaciones de Veteranos de Malvinas para que sean testigos y estandartes de la nueva Argentina«.

Como cierre de su discurso, el jefe de Estado lanzó su reconocida arenga, ante funcionarios nacionales, jefes militares, veteranos y familiares de caídos en la Guerra de Malvinas: «Viva la libertad, carajo».

En el acto, estuvieron presentes las máximas autoridades del gobierno nacional, como la vicepresidenta Victorial Villarruel, quien hizo referencia al reclamo internacional contra el Reino Unido: «Acá hay una injerencia extracontinental de una potencia sobre el territorio argentino y es hora de que el Reino Unido se siente a discutir realmente con la República Argentina el reclamo de soberanía que está pendiente desde 1833”, concluyó.

La búsqueda de una capitalización del significante de Malvinas: la disputa de fondo

El 2 de abril se conmemora la última maniobra de la dictadura para quedarse en el poder, pero también la muerte de 634 soldados argentinos, más de 1000 heridos, una dolorosa serie de suicidios y secuelas en la salud mental de muchos de quienes pelearon en las islas. Aunque no hay números oficiales, según ex combatientes, la cifra de suicidios se acerca a la de los caídos. Al mismo tiempo, es la fecha que actualiza el compromiso nacional con el reclamo de soberanía. Este año, el aniversario vino recargado y adquierió nuevas dimensiones políticas.

El primer aniversario de la guerra de Malvinas bajo el gobierno actual reavivó la disputa por las memorias del conflicto bélico en Argentina. Mientras una facción del Ejecutivo elogia el colonialismo, otra buscar integrar a veteranos de guerra en roles destacados dentro de la administración pública. Milei, Bullrich y Victoria Villarruel, son figuras destacadas en este debate.

Esta última proviene de una familia militar con una fuerte tradición nacionalista de derecha. Sin embargo, en septiembre de 2023, en plena campaña, Villarruel organizó un acto en la Legislatura porteña que tuvo como invitado de honor a Marcelo Llambías, militar acusado por torturas y vejaciones de soldados argentinos en Malvinas, y actualmente abogado de represores presos por delitos de lesa humanidad. Desde el inicio del gobierno mantiene tensiones internas, especialmente con algunas miradas de Milei y de la ministra de Seguridad, cuya agenda difiere de la de Villarruel. Por citar un ejemplo, a la vicepresidenta no le agradan los elogios del presidente hacia la figura mandatarios extranjeros y no coincide con las políticas impulsadas por Bullrich para combatir el narcotráfico en Rosario.

Por su parte, Bullrich y Milei poseen sus propias alianzas políticas con militares. El avance castrense no responde a la estrategia de un bloque orgánico y monolítico a la manera de un partido militar, más bien adopta la forma de un «militarismo civil» que tracciona a participar de la vida política. Para entender el mapa político de este activismo, es necesario poner atención a las diferencias entre militares en actividad y retirados, a la competencia entre fuerzas (ejército, armada y fuerza aérea), a la clase militar (año de graduación), a las compañías de Malvinas. Son líneas que establecen afinidades, competencias y desconfianzas.

En su activismo reivindicatorio del rol de las fuerzas armadas en los setenta, la veta que más le rindió políticamente a Villarroel es la del reconocimiento de las víctimas de las organizaciones políticas armadas en su Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV). Pero la exaltación de lo actuado por la oficialidad en Malvinas es otra línea central de su agenda.

En tanto referente de la familia militar, especialmente en el ámbito de los retirados, Villarroel expresa una tradición de derecha nacionalista que recela del globalismo de sus aliados de la La Libertad Avanza (LLA), ejemplificado en la mención que hizo Milei en la campaña presidencial calificando a Margaret Thatcher como uno de los grandes líderes de la humanidad. Basta con leer las redes sociales, los foros de discusión de militares y escuchar los discursos legislativos para detectar que Malvinas es una llaga en un ensamblado de derechas cuya prioridad es rechazar al kirchnerismo, a las izquierdas, los feminismos y los derechos humanos, pero en donde anidan contradicciones profundas, entre las que se ubica el problema de la soberanía.   

Desplazada de los ámbitos ejecutivos, los militares que asumen en cargos políticos responden a Bullrich y al jefe de Gabinete Nicolás Posse, Villarroel despliega su política desde el ámbito legislativo y las nuevas oficinas que se ocupan de difundir el relato de Malvinas como una gesta autónoma del marco del terrorismo de Estado en el que tuvo lugar. En ese sentido, designó el 15 de febrero como titular de la Dirección Gesta de Malvinas a quien fue corresponsal en Malvinas del Canal 7 (la Televisión Pública), Nicolás Kasanzew. El Centro de ex Combatientes Islas Malvinas La Plata (Cecim), organización integrada exclusivamente por soldados que pelearon en las islas, repudió esta designación y denunció que Kasanzew fue el representante de la dictadura en el canal oficial durante la Guerra, que “cubrió como casi único corresponsal debido a la censura” y fue vocero del “vamos ganando” con el que la Junta Militar le mentía a la población. La Dirección Gesta de Malvinas quedó a cargo del museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur, ubicado dentro del Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos, en el predio de la ex ESMA.

El despliegue político por parte de Villarruel del acontecimiento Malvinas parecía alcanzar un pico con la propuesta de realizar un desfile histórico el 2 de abril: una gran marcha militar desde el Congreso hacia la Plaza de Mayo. Pero luego, desde el Ejecutivo se le impuso el “no hay plata” y el desfile quedó postergado para el 9 de julio, fecha en la que las referencias histórico-políticas y militares serán otras y el liderazgo que lo capitalice también.

A 42 años de la guerra, la cuestión Malvinas adquiere una nueva centralidad política. Como recuerda el hit mundialista, “los pibes de Malvinas que jamás olvidaré” expresa una comunión patriótica transversal, muy potente y de gran vigencia. No sorprende entonces que sea una usina privilegiada de sentidos y disputas. Mientras quienes están en el poder hoy acumulan y disputan poder internamente con estos materiales simbólicos, los sectores comprometidos con una democracia popular no logran intervenir en este aniversario para dotarlo de un sentido diferente.

El resurgimiento del interés por temas relacionados con las fuerzas armadas coincide con medidas gubernamentales que generan preocupaciones respecto a los derechos de la población. Algunos sectores sociales y políticos expresan de forma constante inquietudes sobre la repetición de las políticas de ajuste que afectan y profundizan la desigualdad en la sociedad, tal como ocurrió durante la dictadura militar. A pesar de los desafíos políticos y sociales, es importante mantener un debate constructivo sobre el significado histórico de eventos importantes como la guerra de Malvinas y sus consecuencias, sin que esto interfiera con la participación en la lucha por condiciones de vida dignas y el respeto por los derechos fundamentales de la población.