Jubilados y pensionados volvieron a salir a las calles este miércoles para reclamar una recomposición de sus haberes. La manifestación en el Congreso, que se ha vuelto una cita habitual todos los miércoles, se desarrolló en un clima de alta tensión, con un fuerte operativo de seguridad dispuesto por el Ministerio de Seguridad de la Nación. La ministra Patricia Bullrich advirtió que las fuerzas actuarían en caso de violencia, mientras que el presidente Javier Milei siguió de cerca el operativo desde la Casa Rosada, protegida con vallas tras las manifestaciones de la semana pasada.
Más de 2.000 efectivos de la Policía de la Ciudad, la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura se apostaron en la zona del Congreso. A pesar de la fuerte presencia de seguridad, la protesta se llevó a cabo sin incidentes graves.
La marcha fue encabezada por la Mesa Coordinadora de Jubilados, cuyos referentes leyeron un mensaje con adhesiones. “Este acto es un enorme triunfo contra la represión de Bullrich y Milei. Las calles son nuestras, Milei, te las ganamos”, afirmó Nora Biaggio, una docente jubilada, desde un banco de la plaza. Los oradores exigieron un aumento inmediato de las jubilaciones, criticaron la falta de respuesta de la CGT y reclamaron un paro general en rechazo a la política económica del Gobierno.
La plaza del Congreso quedó dividida en tres sectores. De un lado del vallado, las fuerzas de seguridad, evitando el contacto directo con los manifestantes. Del otro, sobre Rivadavia, se agruparon organizaciones de izquierda como el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), mientras que los sindicatos de La Fraternidad y el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU) ocuparon el sector sobre Hipólito Yrigoyen. La presencia de la CGT fue limitada, aunque algunos dirigentes, como Juan Carlos Schmid, asistieron para marcar presencia política y se tomaron fotos con banderas gremiales.
El único grupo con presencia de barrabravas fue el SOMU, cuyos integrantes llevaban camisetas de Almirante Brown y Tristán Suárez. Aunque no protagonizaron incidentes, utilizaron bombas de estruendo y entonaron cánticos contra el Gobierno.
La tensión se incrementó minutos después de la aprobación en la Cámara de Diputados del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que blinda el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En respuesta, la Federación Nacional de Sindicatos Marítimos y Gente de Mar hizo estallar una ráfaga de estruendos y avanzó hacia el vallado en la avenida Rivadavia, donde interpretaron el himno con bombos y trompetas, en señal de repudio al oficialismo.
En paralelo a la crisis social, el Gobierno enfrenta dificultades en el plano económico. Tras anunciar un superávit financiero, el Ministerio de Economía reconoció que la deuda pública aumentó en más de 3.300 millones de dólares en febrero. La desconfianza en los mercados creció luego de que el ministro Luis “Toto” Caputo dejara abierta la posibilidad de una devaluación, lo que provocó un salto en la cotización del dólar blue a 1.285 pesos y una suba del riesgo país a 784 puntos. Para contener la presión cambiaria, el Banco Central vendió más de 200 millones de dólares en reservas.
Mientras el Gobierno busca sostener su estrategia económica, las calles siguen siendo un escenario de disputa. La movilización de jubilados volvió a marcar un punto de resistencia contra las políticas oficiales y mostró la capacidad de organización de los sectores que desafían el ajuste. Con un paro general en el horizonte, la tensión entre el oficialismo y los gremios sigue escalando.