Suicidio en la adolescencia: claves para detectar señales y prevenir desde el entorno cotidiano

En el Día Mundial de Prevención del Suicidio, especialistas destacan la importancia de identificar signos tempranos de malestar emocional, especialmente entre adolescentes. La psicóloga Grissel Fernández subraya el rol de la comunidad y la familia como factores clave en la prevención.

En el marco del Día Mundial de Prevención del Suicidio, que se conmemora este 10 de septiembre, republicamos las palabras de la psicóloga Grissel Fernández quien durante su intervención en la Jornada de Prevención del Suicidio en Catriel, realizada en 2024 puso el foco en una de las poblaciones más vulnerables: los y las adolescentes. Una de las claves es la importancia de fortalecer el trabajo de prevención en escuelas, hogares y espacios comunitarios.

Fernández explicó que la adolescencia es una etapa de transformación profunda, y que los cambios emocionales pueden ser desafiantes, tanto para quienes los atraviesan como para quienes los acompañan. “El aislamiento social en la adolescencia es una señal que no hay que minimizar. A veces se interpreta como parte del crecimiento, pero cuando se sostiene en el tiempo o se intensifica, puede ser un signo de alerta”, explicó.

La profesional también remarcó la importancia de prestar atención al mundo digital de los jóvenes. “La forma en que se comunican en redes sociales o los contenidos que eligen compartir pueden revelar estados emocionales que no logran expresar con palabras. Publicaciones, frases o música con mensajes negativos son señales a tener en cuenta”, sostuvo.

Entre los factores de riesgo que se deben observar, Fernández señaló la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, antecedentes familiares de suicidio y situaciones de violencia o abuso. Pero también alertó sobre el impacto del entorno. “El contexto socioeconómico y cultural también influye. La falta de contención, el desempleo en la familia, o la exposición a entornos hostiles pueden potenciar la vulnerabilidad”, dijo.

Frente a este escenario, Fernández insistió en que la comunidad no puede quedar al margen. “La prevención empieza en la vida cotidiana. Hay que hablar, preguntar, escuchar sin juzgar. Y, sobre todo, pedir ayuda. Nadie atraviesa solo una crisis emocional. El acompañamiento profesional y familiar salva vidas”, aseguró.

Además, llamó a fortalecer la formación en prevención en ámbitos escolares, comunitarios y estatales. “Necesitamos que quienes trabajan con adolescentes –docentes, personal de salud, referentes sociales– puedan reconocer las señales y sepan cómo actuar o a quién derivar”, apuntó.

Catriel cuenta con recursos locales de atención como el servicio de Salud Mental del Hospital y el Centro de Día Paihuén, que brinda acompañamiento psicosocial y terapias grupales e individuales para personas en situación de consumo o crisis emocionales. También hay líneas de contención nacional: el 135 (desde CABA y Gran Buenos Aires), o el 0800-999-0091 desde todo el país.

“Detectar a tiempo puede hacer la diferencia. La idea no es generar alarma, sino conciencia: cuando una persona dice que no quiere vivir más, hay que tomarlo en serio. El 90% de quienes se suicidan lo habían manifestado de alguna forma. Hay que estar atentos y presentes”, concluyó Fernández.