Desde el pasado 19 de diciembre, una mujer de Catriel enfrenta un nuevo episodio de violencia por parte de un hombre a quien señaló como su agresor en un caso de abuso ocurrido en 2017. La denunciante, cuya identidad permanece resguardada, relató que en aquel entonces fue drogada y abusada por él y otras personas en un contexto que aún resulta doloroso y confuso para ella.
El último episodio ocurrió cuando la mujer salió de trabajar a las 23 horas y se encontró con una persona de confianza. Durante su conversación, ambos notaron que un Renault Clio Gris pasaba repetidamente por el lugar, hasta que, en una de las vueltas, el vehículo frenó. Según la denuncia, el conductor, identificado como el agresor, descendió del auto, insultó a la mujer y escupió a su acompañante mientras lo agredía verbalmente. Dentro del automóvil permanecía otra persona a quien la denunciante identificó como alguien presente durante el ataque de 2017, reconocimiento que reactivó recuerdos traumáticos del abuso.
Tras el hostigamiento, la víctima decidió exponer su situación en redes sociales, lo que provocó que el agresor la amenazara mediante mensajes privados y en comentarios en la misma publicación. Aunque presentó una denuncia formal, fue notificada de que las medidas cautelares dictadas no incluyen la aplicación de la Ley Provincial 3040 de Protección Integral contra la Violencia Familiar. Las autoridades solo dispusieron un cese de hostigamiento y un aviso policial para que el agresor no se acerque a ella, medidas que la denunciante y organizaciones de mujeres de la ciudad consideran insuficientes.
A pesar de las disposiciones legales, la mujer asegura que el hostigamiento continúa a través de redes sociales, donde recibe mensajes intimidatorios desde perfiles falsos. Esta forma de violencia digital incrementa su sensación de vulnerabilidad y genera en ella y su entorno preocupación por su seguridad.
La denunciante expresó su descontento con las respuestas judiciales: “No siento que mi seguridad esté protegida. Él sigue hostigándome, aunque sea a través de perfiles falsos. Esto no se detiene, y yo necesito vivir tranquila”, explicó.
El caso expone las limitaciones en la implementación de medidas efectivas para proteger a las víctimas de violencia de género, dejando en evidencia la necesidad de abordar el hostigamiento digital como una forma de agresión que prolonga el daño emocional.
Organizaciones locales de mujeres manifestaron su apoyo a la víctima y exigieron a las autoridades una revisión de las medidas cautelares para garantizar su seguridad.
Mientras tanto, la denunciante, continúa exigiendo justicia y acciones contundentes que pongan fin a esta situación al tiempo que recibe el apoyo y la solidaridad de otras mujeres de la comunidad.
La identidad de la víctima y detalles específicos del caso se mantienen bajo resguardo, en cumplimiento de la normativa vigente y en respeto a su proceso judicial y personal.